Jimena Alcázar
Asesora Pedagógica del Colegio de la Inmaculada
Acompañar a los estudiantes en su discernimiento vocacional exige una nueva visión de la formación académica y profesional.
El reto ya no es solo ayudarlos a elegir una carrera o decidir si ir a la universidad, sino prepararlos para un mundo en constante cambio.
Las preguntas de los jóvenes han cambiado de enfoque y se centran en:
Frente a esta incertidumbre, el orientador vocacional debe enfocarse en desarrollar competencias clave para la adaptación continua.
Es fundamental ayudarlos a comprender que no pueden predecir el futuro, y a darse cuenta que lo que sí está en sus manos es aprender a gestionar la incertidumbre y ver el cambio como una oportunidad de crecimiento personal.
El acompañamiento actual se enfoca en ayudar a los adolescentes a identificar las competencias clave que poseen y las que necesitan desarrollar para adaptarse y continuar aprendiendo a lo largo de su vida.
En este contexto, "aprender a aprender" se convierte en una competencia esencial, ya que permite a los estudiantes gestionar su proceso de aprendizaje de manera reflexiva y estratégica.
Esta competencia les facilita adaptarse a contextos cambiantes, desarrollar nuevas habilidades y enfrentar con éxito un entorno que exige actualización constante, pensamiento crítico y flexibilidad para superar desafíos inesperados.
Además, la autorregulación metacognitiva, como evaluar el propio aprendizaje, fijar metas y gestionar el tiempo, es crucial.
Los orientadores deben fomentar habilidades socioemocionales, como la confianza y la resiliencia, para que los estudiantes enfrenten desafíos, manejen la frustración y aprendan a perseverar.
La vocación no se limita a una decisión profesional; es un proceso de autodescubrimiento y propósito.
El acompañamiento vocacional, entonces, busca dotar a los adolescentes de herramientas para adaptarse, convertir los cambios en oportunidades y construir una vida significativa y alineada con su propósito personal.