Por: Javier Herrera
Consultor organizacional y vocacional
La adolescencia es una etapa de gran complejidad, caracterizada por una serie de cambios profundos. También, constituye el momento más oportuno para tomar una de las grandes decisiones de la vida, que es, elegir una carrera profesional. Muchos expertos coinciden que esta decisión es la más importante, inclusive, con mayor valor que la decisión de casarse.
Hay casos, en que el joven adolescente ha sabido identificar clara y acertadamente que profesión seguir. Generalmente, este nivel de seguridad lo alcanza como consecuencia de haber analizado sus metas, sus habilidades y sus características personales, es decir, después de una revisión concienzuda de sus posibilidades.
A pesar de ello, es bastante común observar una opinión distinta de los padres, opinión frecuentemente sesgada, con prejuicios y metas que ellos han pensado para el hijo.
Dentro de este contexto, corresponde convencer a los padres acerca de la decisión tomada. Esta tarea suele ser complicada, pero puede volverse simple, siempre y cuando el estudiante, primero, se convenza de que su elección es la adecuada, no solo por lo que significa desarrollar una carrera profesional con la que se identifica y ama, sino, además, porque le permitirá conseguir los demás objetivos trazados para el resto de su vida.
Sin duda, la mejor forma de convencer a los demás, en este caso a los padres, es trasmitiendo seguridad con argumentos llenos de convicción. Nadie convence a los demás, si antes no se ha convencido a sí mismo.
En la medida que el joven proyecte naturalidad y pasión en defensa de sus ideales, en esa medida va a poder cautivar al resto.
En consecuencia, la clave está en anunciar de manera madura, responsable y juiciosa la decisión tomada, solo así, se puede ser capaz de mostrar seguridad, a tal punto, de lograr convencer al más incrédulo.