Por: José Miguel Marchena
Gerente de Innovación y Desarrollo de ISIL
Pilar López, CEO de Microsoft en España, comentaba hace poco: “La economía post-Covid generará muchos empleos tecnológicos, pero también incrementará la brecha de las habilidades digitales”.
Es decir, aun teniendo en frente una de las crisis económicas más complejas de la historia, se están incubando oportunidades de trabajo para los profesionales que cumplan con una condición: haber desarrollado competencias digitales.
Sin embargo, en el Perú, según el estudio de ISIL Insights, no estaríamos listos para capitalizar estas ventajas, y es que 70% de las empresas encuestadas afirman que, hay escasez de profesionales con un nivel óptimo en el desarrollo de estas capacidades.
El problema se acentúa cuando notamos que, para muchos, existe una relación indiscutible entre las competencias digitales y los jóvenes. Por tanto, hablar de tecnología es hablar de jóvenes.
Se asume que, estas habilidades son exclusivas de quienes nacieron en una época determinada, porque claro, “son ellos los nativos digitales”.
Sobre la base de esta excusa sistemática, eludimos la responsabilidad de hacernos cargo del problema.
Hemos comprado muy bien la historia de las generaciones con rótulos específicos: millennials o centennials, y, hemos encontrado en esta lógica el argumento ideal para preservar nuestro confort.
En definitiva, hemos resignado en los jóvenes el derecho de explotar las capacidades digitales, excluyéndonos voluntariamente de la oportunidad.
Los nativos digitales no existen. Está claro que, algunas generaciones nacen en un entorno más digital, por ello, muestran una disposición natural a este entorno.
Sin embargo, es pertinente aclarar que, tener muchos seguidores en redes sociales o ser muy ágil para responder un mensaje de WhatsApp, no equivale a dominar competencias digitales, al menos no las que determinarán nuestro éxito profesional.