Por: José Miguel Marchena
Gerente de Innovación y Desarrollo de ISIL
Cuenta Francesc Miralles que, durante su visita a la isla de Okinawa, enmarcada en la investigación de la que se desprendería su exitoso libro “Ikigai: los secretos de Japón para una vida larga y feliz”, quedó sumamente sorprendido por la energía y vitalidad de su población centenaria.
Okinawa es una “zona azul”, nombre que se le atribuye a lugares en los que las personas viven más y mejor.
De hecho, por cada 100 mil habitantes, Okinawa tiene 68 que superan el siglo de vida, una métrica que triplica la de ciudades de Estados Unidos con un tamaño similar.
¿Qué es lo que te impulsa cada día a salir de la cama? ¿Por qué, a pesar de los años, tienes tanta energía? Planteaba intrigado Francesc a estos longevos pobladores. La respuesta mayoritaria fue: “lo que sucede es que tengo mi Ikigai”.
Ikigai nace de la combinación de dos términos japoneses, “Iki”, que se refiere a la vida y “Gai” que hace alusión a merecer la pena.
Ikigai es nuestro propósito, la razón por la que vivimos. Lo que hace que tu vida merezca la pena.
Es posible que algunas personas tengan claro ese objetivo desde que nacen, pero lo más común y, al mismo tiempo fascinante, es que el Ikigai suele ser el resultado de una búsqueda constante, una suerte de proceso vital e inmarcesible por el que transitas persiguiendo una pasión y descubriendo el papel que debes cumplir en la vida.
Ikigai es ese lienzo en el que confluyen tu pasión, tu talento, tu misión y tu profesión. Es, en buena cuenta, lo que te permite desear que llegue el futuro, incluso si el presente no es el mejor.
Un momento de madurez mental y emocional que solo podrá conducirte a ese lugar pletórico en el que vas a querer quedarte para siempre.
¿Qué hacer cuando sientas que no tienes una finalidad en la vida? Descubre lo que te gustaría ser y hazlo.