Por: José Miguel Marchena
Gerente de Innovación y Desarrollo de ISIL
Vicente del Bosque, el legendario entrenador de la selección española de futbol campeona del mundo en 2010, lo tiene muy claro: “la generosidad siempre es rentable”.
Y para explicarlo mejor, nos recuerda el caso del talentoso mediocampista Sergio Busquets, un jugador que pudo ser aún mejor jugador, pero que prefirió ser generoso y hacer crecer al equipo.
Hay personas -como Busquets- que prescinden de su brillo personal y priorizan enaltecer los valores del grupo al que pertenecen. Individuos como Sergio, son buenas personas.
Ser buena persona es una habilidad definitiva, es quizás la competencia más trascendental de todas y, curiosamente, una que no te enseñan en la escuela o la universidad. La aprendes, o mejor aún, la cultivas a lo largo de tu vida.
¿Una mala persona puede llegar a ser un buen profesional? En mi opinión, no. Seguramente podrá tener pericias técnicas superlativas o acumular credenciales académicas notables, pero para ser realmente un buen profesional hace falta la excelencia y eso solo se consigue siendo una buena persona.
En opinión de Howard Gardner, autor de la Teoría de las Inteligencias Múltiples, (libro que recomiendo con particular entusiasmo), si no vas más allá de satisfacer tu ego y te comprometes, por tanto, con objetivos que sobrepasen tus necesidades para servir a las de otros, no lograrás esa excelencia. Y eso exige ética. Una buena persona, siempre será ética.
Quienes me conocen bien, saben que a menudo utilizo la frase que le da título a esta columna. Es una suerte de mantra personal autoimpuesto que me alienta a perseverar en una ruta que, desde luego, no es para nada sencilla y en la que he fallado a menudo: hacer lo correcto aun cuando el resultado no te sea favorable.
Reparar en el impacto de tus acciones y palabras en los demás, y construir relaciones que estimulen emociones y sentimientos positivos. Intentar ser una buena persona, incluso con quienes no necesariamente lo fueron contigo.
Ser buena persona siempre es rentable. Y, como ocurre cuando evaluamos la rentabilidad de inversiones serias y sostenibles, quizás no veamos grandes ganancias en el corto plazo, pero puedes confiar en que llegaran antes de que pase mucho tiempo.