José Miguel Marchena
Gerente de Innovación y Desarrollo en ISIL
El fin de cada año nos brinda la oportunidad invaluable de realizar una introspección profunda, de revisitar el trayecto recorrido y de trazar el rumbo futuro. Este acto reflexivo, más que una mera costumbre, se puede convertir -si nos lo planteamos así- en una herramienta esencial para el crecimiento personal y profesional. Hacer un balance anual no solo es una pausa estratégica, sino un ejercicio de autoconocimiento que nos permite aprender de las experiencias vividas.
En este acto de introspección, quizás valga la pena hacerse algunas preguntas como punto de partida:
Tengo la idea de que este tipo de cuestionamientos nos pueden ayudar a trascender la simple acumulación de metas, o el inventario elemental de objetivos logrados, y encontrar -en su lugar- la esencia misma de nuestra existencia.
Un año es una porción significativa de tiempo, la unidad de medida que nos conduce a plantearnos un balance entre lo planificado y lo conseguido. Pero, aún mejor, el pretexto ideal para contrastar nuestros esfuerzos con los resultados. Finalmente, como bien escribió James Allen: “En todos los asuntos humanos hay esfuerzos y hay resultados, y la fuerza del esfuerzo es la medida del resultado. El azar no lo es. Los dones, los poderes, posesiones materiales, intelectuales y espirituales son el fruto del esfuerzo; son pensamientos completados, objetos logrados, visiones realizadas”.
En lo particular, me apetece resumir este año en una palabra: gratitud. Gratitud por las situaciones, instantes, detalles, momentos, aprendizajes y desafíos. Por las personas que compartieron conmigo una parte de su propio año y las que me inspiraron. Por las circunstancias con las que me sentí interpelado y me pusieron en duda, porque solo así se aprende a no esconderse de los problemas, porque la huída alivia, pero no cura.
La vida es búsqueda, es camino, es un viaje. No importa el destino, importa el viaje, que es lo que depende de nosotros, procuremos que sea un viaje lleno de aventuras y de experiencias. Y, si este año no fue todo lo que esperabas, tienes ya mismo una nueva oportunidad para intentar y para comprender que si quieres vivir una vida que nunca viviste, tienes que hacer cosas que nunca hiciste.
¿Estás listo?