Por: Christian León Porras
Profesor de Maestría en la PUCP
No es un secreto que la autoestima es fundamental para el buen manejo del éxito o el fracaso laboral, pero ¿realmente le damos importancia en las empresas? ¿es un activo intangible que se ve en el planeamiento estratégico anual? ¿los gerentes de gestión humana tienen estrategias clave para la identificación y el mejoramiento de esta?
La definición global de autoestima señala que se trata de un sentimiento valorativo hacia nosotros mismo que surge como resultado de nuestras percepciones en el desarrollo de nuestras vidas.
A partir de esta autopercepción se establecen ciertas actitudes que coadyuvan a generar fortalezas internas frente, principalmente, a los desafíos y adversidades que tenemos en el quehacer diario.
Pero sobre todo en el manejo realista y maduro, de cuando obtenemos un logro o éxito, sumamente importante.
Considero, desde mi experiencia como consultor en diversas empresas que no se le toma la real importancia como debiera. Que ni siquiera se ha medido estadísticamente para conocer cuál es el nivel de autoestima colectiva que tenemos dentro de la organización, y sobre la base de los resultados, generar una serie de estrategias para convertirla en una fortaleza intangible, frente a las amenazas exógenas, principalmente, que se presentan en el mercado laboral.
La desventaja de tener colaboradores con baja autoestima es innumerable, entre ellas podemos mencionar:
Pero también son señales de baja autoestima:
En ese sentido, si tenemos colaboradores con dichas características ¿qué tipo de cultura organizacional y estilo de liderazgo estaría prevaleciendo en dichas organizaciones? ¿cuál es el costo emocional y económico de tener al 90% de colaboradores con baja autoestima? Son preguntas que dejo para la reflexión del lector.