Por: Javier Herrera
Consultor organizacional y vocacional
Toda empresa, independientemente de su tamaño o giro, anhela contar con personas que se adecuen con efectividad a sus puestos de trabajo y a su organización.
En relación con la adaptación al puesto, la exigencia está centrada en la capacidad para solucionar problemas difíciles en situaciones críticas.
Para cumplir esta condición, además de conocimiento y una buena inteligencia racional, se requiere sobre todo de una serie de habilidades y competencias de gestión, derivadas de un apropiado nivel de inteligencia emocional.
Un buen nivel de inteligencia emocional permite a la persona poder enfrentar eficazmente momentos de crisis laboral, es por eso que destacan aquellas que:
Una persona que presenta estás cualidades reúne la suficiente solvencia para solucionar problemas laborales complejos, convirtiéndose en un profesional muy atractivo para las empresas.
Respecto a la adaptación a una organización, es importante contar con empleados -e incluso postulantes- que estén alineados y conozcan la cultura de la compañía, es decir, sus valores, creencias, costumbres, políticas y prácticas, los estilos de liderazgo de jefes y directivos.
Esto les permitirá sentirse satisfechos de las condiciones psicosociales y ambientales que les ofrece la empresa. De no ser así, es muy probable que el colaborador migre o sea separado, y en caso de los postulantes; a no ser elegidos, por más competencias y acreditaciones académicas que posean.